A ti, Señor, levanto mi alma,
Dios mío, en ti confío;
que no triunfen de mí mis enemigos.
Pues los que esperan en ti
no quedan defraudados.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas;
haz que camine con lealtad,
enséñame porque tú eres mi Dios.
Recuerda, Señor, que tu ternura
tu misericordia son eternas,
no te acuerdes de los pecados
de mi juventud.
El Señor es bueno y recto
y enseña el camino a los pecadores,
hace caminar a los humildes
con rectitud.
Mírame, Oh Dios, y ten piedad de mí
que estoy solo y afligido;
ensancha mi corazón oprimido,
mira mis trabajos y penas.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado,
de haber acudido a ti.
Porque yo, Señor, espero en ti.
Porque yo, Señor, espero en ti.
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