llamado fortaleza de Dios,
príncipe excelentísimo
entre los espíritus angélicos,
embajador del Altísimo,
que mereciste ser escogido para
anunciar a la Santísima Virgen
la Encarnación del Divino Verbo
en sus purísimas entrañas;
yo te suplico
tengas a bien rogar a Dios por mí,
miserable y pecador,
para que conociendo y adorando
este inefable misterio,
logre gozar el fruto de la
divina redención en la gloria celestial.
Amén.
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