Muchas personas en el mundo se enfrentan a una enfermedad que los confronta con la muerte: el dolor físico, las limitaciones para llevar una vida activa, el desprendimiento del mundo y de todo lo que antes se amaba -especialmente los seres queridos-, las culpas que pesan por los errores pasados y el miedo ante el futuro, pueden llevar al desánimo, la depresión, la amargura y el desespero. Nadie que no haya transitado ese camino puede aconsejar a otros. Por eso hoy comparto las palabras de Santa Faustina Kowalska, registradas en su diario espiritual que iluminan sobre la manera de afrontar desde la fe esas pruebas finales de la vida.
"Durante estos ejercicios espirituales el Señor me ha dado la luz de un más profundo conocimiento de su voluntad y al mismo tiempo del total abandono a esta santa voluntad de Dios. Esta luz me ha fortalecido en una paz profunda, dándome a comprender que no debo tener miedo de nada menos el pecado. Cualquier cosa que Dios me envíe, la aceptaré con una total sumisión a su santa voluntad. Dondequiera que Él me ponga, trataré de cumplir fielmente su santa voluntad y todo lo que le agrade, siempre que esté en mi poder, aunque esta voluntad de Dios fuera para mi dura y pesada como lo fue la voluntad del Padre celestial para con Su Hijo que rezaba en el Huerto de los Olivos. Pues, me he dado cuenta de que si la voluntad del Padre celestial se cumple de este modo en Su amadísimo Hijo, entonces precisamente de este mismo modo se cumplirá también en nosotros; sufrimientos, persecuciones, ultrajes, deshonor con todo esto mi alma se asemeja a Jesús. Y cuanto más grande es el sufrimiento, tanto mejor veo que me asemejo a Jesús. Éste es el camino más seguro. Si otro camino fuera mejor, Jesús me lo indicaría. Los sufrimientos no me quitan la paz en absoluto; pero por otra parte, aunque gozo de una paz profunda, no obstante esta paz profunda no me quita la sensación del sufrimiento. Aunque, a veces, tengo la cara inclinada hacia la tierra y las lágrimas corren en abundancia, sin embargo, en ese mismo momento mi alma goza de una paz profunda y de felicidad……
Cumplo cada acción de cara a la muerte,La realizo ahora tal como deseo verla en mi última hora.Aunque la vida pase rápido como el vientoNinguna acción emprendida por Dios se perderá.Siento la descomposición total de mi organismo,Aunque sigo viviendo y trabajando todavía.La muerte no será para mí una tragedia,Porque la siento desde hace mucho tiempo.Aunque para la naturaleza es muy penosoSentir continuamente su propio cadáver,Pero no es tan temible si la luz de Dios ha penetrado el alma,Porque se despiertan en ella fe, esperanza, amor y arrepentimiento.Cada día hago grandes esfuerzosPara participar en la vida comunitaria,Y con ello impetrar gracias para la salvación de las almas,Protegiéndolas con mis sacrificios contra el fuego del infierno.Es que para la salvación aunque sea de una sola alma,Merece la pena sacrificarse durante toda la vidaY soportar los más grandes sacrificios y tormentosViendo lo grande que es la gloria que Dios recibe por ello".
Como hemos leído en las palabras de Santa Faustina, una enfermedad
terminal es un camino para purificar el alma en medio del sufrimiento, de la
entrega confiada a la voluntad perfecta de Dios, es un tiempo para arder en amor
por aquel que es el Amor mismo. Para un creyente la muerte se convierte en ese
día anhelado en que la novia (el alma) llega a contemplar cara a cara el rostro
del Amado, la gran boda.
La enfermedad
es el tiempo en que la novia con trabajo arduo y continuo debe preparar todo
para la boda: limpiar su vestidura de las manchas que ha dejado el pecado en su
vida, despedirse de todo y de todos para iniciar una vida nueva, y dar esa
última batalla llenándose de confianza en la infinita misericordia de Dios y su
gran bondad. Transitar la última etapa de la vida terrestre, sabiendo que
recibirá la fuerza para soportar los dolores temporales, y así luminosa pueda
presentarse ante el gran Rey y gozar de las alegrías eternas. Santa Faustina,
lo expresa maravillosamente en el siguiente poema, sencillo pero de gran
profundidad:
(1230)
Oh día eterno, oh día deseado,
Te espero con anhelo e impaciencia.
ya dentro de poco el amor soltará el velo,
Y tú te volverás mi salvación.
Oh día espléndido, momento incomparable,
En que veré por primera vez a mi Dios,
Esposo de mi alma y Señor de los señores,
Siento que el temor no abrazará mi alma.
Oh día solemnísimo, o día resplandeciente,
En que el alma conocerá a Dios en su poder,
Y se sumergirá entera en su amor,
Y conocerá que han pasado las miserias del destierro
Oh día feliz, oh día bendito,
En que mi corazón se incendiará de ardor eterno hacia Ti,
Porque ya ahora Te siento, aunque a través del velo,
Tú, oh Jesús, en la vida y en la muerte eres mi éxtasis
y encanto.
Oh día, que espero durante toda mi vida.
Y Te espero a Ti, oh Dios,
Ya que deseo solamente a Ti,
Sólo Tú estás en mi corazón y lo demás es nada.
Oh día de delicias, de eternas dulzuras.
Oh Dios de gran Majestad, Esposo mío,
Tú sabes que nada satisface el corazón de una virgen,
Apoyo mi sien sobre Tu dulce Corazón.
Tesoros de sabiduría, están contenidos en el Diario Espiritual de Santa Faustina Kowalska, un libro que nos acerca al misterio de la infinita Misericordia de Dios y de su amor encendido por cada alma. Recomiendo mucho su lectura meditada en cualquier etapa de la vida y muy especialmente a quienes están en la fase terminal.
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