¡María, dulce Reina del Cielo! Nuestra Señora del Carmen, nos acogemos a tu amparo con cariño, sabiendo que tu amorosa mano nunca dejará de protegernos.
Te consagramos, Madre del Redentor, a todos los transportadores, conductores, navegantes y aviadores, de nuestro país y del mundo entero, para que tu poderoso manto los proteja de todo mal y todo peligro.
No permitas, Divina Señora, que el peligro los persiga; antes bien, te rogamos que los reúnas con prontitud con sus seres queridos.
A nosotros, Mujer Eucarística, que ofreciste tu seno virginal para la encarnación del Verbo de Dios, llévanos al encuentro de tu adorado Hijo, para que contigo gocemos de su Divina Presencia. Amén.
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