A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco sobre la ofrenda de una rosa de oro que entregará a la Santísima Virgen en su peregrinación a Fátima, un hermoso símbolo del Pastor Universal:
¡Querido pueblo portugués!
Faltan pocos días para mi peregrinación, y la vuestra, junto a Nuestra Señora de Fátima, viviéndolos en feliz expectativa de nuestro encuentro en la casa de la Madre. Bien sé que también me queréis en vuestras casas y comunidades, en vuestras aldeas y ciudades: ¡Me ha llegado la invitación! No hace falta decir que me gustaría aceptar, pero no me resulta posible.
Desde ahora agradezco la comprensión con la que las diversas autoridades acogerán mi decisión de circunscribir la visita a los momentos y a los actos propios de la peregrinación en el Santuario de Fátima, estableciendo el encuentro con todos a los pies de la Virgen Madre.
De hecho, me presento delante de ella con las ropas de Pastor universal, ofreciéndole el ramo de las más hermosas ‘flores’ que Jesús confió a mi cuidado, o sea, los hermanos y hermanas del mundo entero rescatados por su sangre, sin excluir a ninguno.
¿Veis? Necesito teneros conmigo, necesito vuestra unión (física o espiritual, lo importante es que sea de corazón) para mi ramo de flores, mi ‘rosa de oro’. Constituyendo ‘un solo corazón, una sola alma’, os entregaré a todos a Nuestra Señora, pidiéndole por cada uno de nosotros: ‘Mi Inmaculado Corazón será tu refugio y el camino que te conducirá a Dios’.
‘Con María, peregrino en la esperanza y en la paz’. Así reza el lema de esta peregrinación. Se trata, en sí mismo, todo un programa de conversión. Para ese momento bendito que culminará un centenario de momentos de bendiciones, me alegra saber que os estáis preparando con intensa oración.
Esta agranda nuestro corazón y lo prepara para recibir los dones de Dios. Os agradezco las oraciones y los sacrificios que diariamente ofrecéis por mí y de los que tanto necesito, pues soy un pobre pecador entre pecadores, ‘un hombre de labios impuros que habita en medio de un pueblo de labios impuros’. La oración ilumina mis ojos para saber mirar a los otros como Dios los ve, para amar a los otros como Él los ama.
En su nombre, vengo hasta vosotros en la alegría de compartir con vosotros el Evangelio de la esperanza y de la paz. ¡Que el Señor os bendiga y que la Virgen María os proteja!
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