miércoles, 3 de agosto de 2016

La fe de la mujer cananea

Mateo 15, 22-28


En aquel tiempo Jesús se fue a la región de Tiro y Sidón.

Una mujer cananea de la zona salió gritando:
—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija es atormentada por un demonio.

Él no respondió una palabra.
Se acercaron los discípulos y le suplicaron.
—Señor, atiéndela, para que no siga gritando detrás de nosotros.
Él contestó:
—¡He sido enviado solamente a las ovejas perdidas de la Casa de Israel!

Pero ella se acercó y se postró ante él diciendo:
—¡Señor, ayúdame!

Él respondió:
—No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos.

Ella replicó:
—Es verdad, Señor; pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños.

Entonces Jesús le contestó:
—Mujer, ¡qué fe tan grande tienes! Que se cumplan tus deseos.

Y en aquel momento, su hija quedó sana.

Palabra del Señor

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