El sacerdote Patricio Hileman, Misionero de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, encargado de formar capillas de Adoración Perpetua en Latinoamérica, compartió el conmovedor testimonio de Diego, un niño de 8 años en México cuya fe en Jesús Sacramentado transformó la realidad de su familia marcada por problemas de maltrato, alcoholismo y pobreza.
“El primer mandamiento de la adoración perpetua es dejarse ‘apapachar’ por Jesús” “Es el lugar donde aprendemos a descansar en el corazón de Jesús. Solamente Jesús puede darte ese abrazo del alma”.
P. Hileman
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