MENSAJE
«Mis queridos hijos. Vengo a ofrecerles mi más grande regalo: darles mi amor en un intercambio muy especial – Mi Corazón por el de ustedes. En este intercambio, ustedes harán el Acto de Consagración a mi Inmaculado Corazón participando así en mi Triunfo. Hijos míos, yo lo pido pero la decisión es solamente de ustedes». (Agosto 9 de 1992)
GUÍA
Nuestra Señora nos recuerda cual es el propósito de la Consagración. La Consagración encierra la promesa del alma de ser poseída por Ella y por medio de Ella por Dios, por el Espíritu Santo. Como Ella permanece como la esposa del Espíritu Santo, todo le es dado por Dios y de este modo, nuestros corazones también están prometidos a Dios por medio de nuestra Consagración a Ella.
Como el propósito entero de Nuestra Señora es llevar a todos los corazones a su Hijo, Ella en efecto, está recogiendo todas las almas para Él.
En el Acto de Consagración, por medio de la gracia divina, nuestro corazón es intercambiado por el corazón de Nuestra Señora y entonces nuestras almas son purificadas y sanadas por medio de una reconciliación enfocada hacia Dios. Cuando el alma llega a unirse con Nuestra Señora, el deseo de imitarla a Ella se convierte en el propósito de esta unión.
El corazón es elevado al nivel de pureza necesaria para que corresponda con la imitación de Nuestra Señora y así llegar a la atmósfera Espiritual necesaria para que pueda ocurrir el intercambio de corazones. En esta invitación, nuestro corazón es atraído por la fuerza del deseo para que pueda encontrarse al otro lado con Dios para el intercambio. El Acto de Consagración es una comunión Espiritual con Jesús a través del Corazón de Nuestra Señora.
DIRECCIÓN
Nuestra Señora nos dice que nosotros no reconocemos el poder que se nos da por medio de la oración. Nosotros llevamos la llave para la paz del mundo en nuestros corazones. Por medio de la oración, la relación entre Dios y nosotros es aumentada; y mediante este tiempo que pasamos con Él, de corazón a corazón, todas nuestras necesidades serán satisfechas.
Nosotros debemos dedicar un tiempo para hacer crecer esta relación. No es posible tener una relación de uno solo nada más. Debemos darle tiempo a Él, para que Él revele a nuestro corazón sus designios para nosotros. En la soledad de la oración, nuestra alma aprende todos los misterios del Cielo.
MEDITACIÓN
¡Oh Corazón Inmaculado de María!, ayúdame a rezar para que el fuego de mi corazón pueda llegar, por medio tuyo, al nivel necesario para el intercambio de mi corazón por el tuyo. Madre querida, yo ruego para poder darte el «Sí» de la simplicidad, creada por la pureza de mi corazón con la intención de imitar a tu corazón. Santa María, asísteme en mi deseo para amar a Dios con toda mi alma, para hacer todo lo que esté en mi poder para agradarlo a Él, que me ama tanto. Deseo unirme a Ti eternamente para que Tú puedas presentarme ante el trono de Tu Hijo en un estado de perfección y lleno de amor sagrado.
«Y todo el que deja casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades, por amor de mi Nombre, recibirá cien veces lo que dejó y tendrá por herencia la vida eterna. (Mateo 19, 29)
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