Pepita -le dijo Pedro para consolarla-, estoy seguro que aún el más humilde regalo, si es ofrecido con amor, será más que bienvenido ante sus ojos.
Ya no sabiendo qué otra cosa hacer, Pepita se arrodilló al costado del camino, recogió un puñado de hierbas y le dio la forma de un ramillete. Pero mirando de reojo su ramo de malezas, se sintió aún más triste y avergonzada que nunca por la humildad de su ofrecimiento y cuando ingresó a la pequeña capilla del lugar no pudo evitar que se le escapara una lágrima.
A medida que se acercaba al altar, iba recordando las amables palabra de Pedro: "Aún el más humilde regalo, si es ofrecido con amor, será más que bienvenido ante sus ojos".
Sin embargo, ella sintió que su espíritu se elevaba mientras se arrodillaba para colocar el ramo a los pies de la escena de la natividad.
De repente, el ramillete de hierbas estalló en flores de color rojo intenso, y todos los que lo vieron estaban seguros de estar presenciando un milagro de Navidad.
A partir de ese día, esas flores rojas brillantes, con formas de estrellas, se conocieron como las "Flores de Nochebuena" y nunca dejaron de florecer para cada Navidad.
Anónimo
1 comentario:
hola muy lindo todo lo que escribes. beso
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