San Francisco de Asís
Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
Tú eres fuerte,
tú eres grande,
tú eres altísimo,
tú eres rey omnipotente,
tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra.
tú eres altísimo,
tú eres rey omnipotente,
tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra.
tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses,
tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero.
tú eres el bien, todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres amor, caridad;
tú eres sabiduría,
tú eres humildad,
tú eres paciencia,
tú eres belleza,
tú eres mansedumbre,
tú eres seguridad,
tú eres quietud,
tú eres gozo,
tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres justicia,
tú eres templanza,
tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.
tú eres sabiduría,
tú eres humildad,
tú eres paciencia,
tú eres belleza,
tú eres mansedumbre,
tú eres seguridad,
tú eres quietud,
tú eres gozo,
tú eres nuestra esperanza y alegría,
tú eres justicia,
tú eres templanza,
tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.
Tú eres belleza,
tú eres mansedumbre;
tú eres protector,
tú eres custodio y defensor nuestro;
tú eres fortaleza,
tú eres refrigerio.
tú eres mansedumbre;
tú eres protector,
tú eres custodio y defensor nuestro;
tú eres fortaleza,
tú eres refrigerio.
Tú eres esperanza nuestra,
tú eres fe nuestra,
tú eres caridad nuestra,
tú eres toda dulzura nuestra,
tú eres nuestra vida eterna:
Grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.
tú eres fe nuestra,
tú eres caridad nuestra,
tú eres toda dulzura nuestra,
tú eres nuestra vida eterna:
Grande y admirable Señor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador.
NOTA: explica Fray León, hermano de la Orden de los Franciscanos, las siguientes palabras sobre el origen de esta alabanza:
«El bienaventurado Francisco, dos años antes de su muerte, hizo una cuaresma en el monte Alverna, en honor de la bienaventurada Virgen, Madre de Dios, y del bienaventurado Miguel Arcángel, desde la fiesta de la Asunción de Santa María Virgen hasta la fiesta de San Miguel de septiembre. Y se posó sobre él la mano del Señor. Después de la visión y de la alocución del Serafín y de la impresión de las llegas de Cristo en su cuerpo, compuso estas Alabanzas, escritas en el otro lado del papel, y las escribió de su propia mano, dando gracias a Dios por el beneficio que le había concedido».
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